A mí me estremecen las ocurrencias de los que cómodamente situados en el centro de la ley, y a los que Dios, por la causa que sea les ha proporcionado la ocasión de estar lejos de las tragedias o no les importan un bledo.
¡Que fácilmente se juzga y se ejecuta, mentalmente, cualquier suceso! Ni en un tribunal, con jueces avezados en el discernimiento de las verdades o fingimientos, son capaces de estar seguros de sus sentencias. ¡Cuanto menos, nosotros que somos legos e inexpertos!
¡No juzguéis!: dijo Jesús. Y Él y sabía bien lo que decía. ¡Oh, profundidad y claridad de los juicios de Dios en Cristo! ¡A él sea la gloria, la alabanza y la acción de gracias! Sea él nuestro médico, nuestro vivificador, y nuestra viva Esperanza. Su resurrección es la nuestra, y su vida es la nuestra también.
Y sin más añadiduras digo que un matrimonio cristiano que tiene a Jesús por su modelo y guía, y se entrega a Él totalmente, es muy raro que tenga que mezclarse en estas y otras complicaciones. Vivirá en paz sabiendo que tiene por delante un porvenir grandioso, cualquiera que sean las circunstancias que conspiren contra él.
Dijo Jesús: Yo he venido para que tengan vida y para que la tengan en abundancia. (Juan 10,10 y ss). Yo no dudo de estas palabras ni por un momento, porque lo he experimentado y lo gozo cada día. Y me va muy bien.
Si se está en Cristo se está donde se debe, y allí no hay temor a tormentas, porque se vive solo para Él, y Él para ti. Si eso es llevado y comprendido así, no hay temor a estas convulsiones y conflictos. Todo lo que he escrito, casi sobra para el creyente fiel. Léame con misericordia, y la comprensión más grande de que sea capaz. Gracias.
AMDG