Ahora también se propone establecer centros de mediación familiar, ayuda a la vivienda, y toda una baraja de medidas que solo beneficiarán a las personas aprovechadas, y que seguirán sumiendo a las inocentes en la tristeza, el desamparo emocional, y la precariedad económica.
Y estos hechos sumergen a todos en el odio, el resentimiento, y toda clase de malos sentimientos, que trasmiten a los niños con la más apabullante tranquilidad y falta de responsabilidad. En fin, un espectáculo poco edificante, por no decir más.
Toda acción provoca una reacción, y por la otra parte opositora a estos tejemanejes se establece una actitud que, al ser generalizada con todos los afectados, puede generar una injusticia añadida a la ya existente por causa del divorcio. Me refiero a la actitud indiscriminada y extrema ante el divorcio.
Este hecho deleznable, es tratado por innumerables autores con razones muy convincentes, gran rigor, hermenéutica estricta, y con las confusiones que he tratado de venir señalando, con toda humildad y lo más brevemente posible.
Lo que ocurre es que es un tema que toca tabúes y condenas, así como también tendencias liberales casi extremas. Pero para tomar esas posturas tan tensas y lapidarias en ambos extremos sentidos, que se emiten sin cesar, hay que tener gran cuidado.
Es necesario que los que lo hacen, tengan en cuenta que también está perfectamente expresado por el mismo Jesús: Mas yo os digo que de toda palabra ociosa que hablen los hombres, de ella darán cuenta en el día del juicio. (Mateo: 12,36).
Otros muchos mandamientos, se quebrantan de forma rutinaria, pero a los cuales se tienen por no vulnerados, o se elabora una interesada comprensión y tolerancia, que no se da al rancio asunto del divorcio.
Unos ejemplos, entre multitud de ellos.
Pero yo os digo que cualquiera que se enoje contra su hermano, será culpable de juicio; y cualquiera que diga: Necio, a su hermano, será culpable ante el concilio; y cualquiera que le diga: Fatuo, quedará expuesto al infierno de fuego. (Mateo 5,22).
Pero yo os digo: No juréis en ninguna manera; ni por el cielo, porque es el trono de Dios... (Mateo 5,34).
Pero yo os digo: No resistáis al que es malo; antes, a cualquiera que te hiera en la mejilla derecha, vuélvele también la otra; (Mateo 5,39).
Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen; (Mateo 5,44).
Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús... (Filipenses 2,5).
Al que te pida, dale; y al que quiera tomar de ti prestado, no se lo rehúses. (Mateo 15,42).
A cualquiera que te pida, dale; y al que tome lo que es tuyo, no pidas que te lo devuelva. (Lucas 6,30).
Finalmente, sed todos de un mismo sentir, compasivos, amándoos fraternalmente, misericordiosos, amigables; (1ª Pedro 3,8).
Así que ruego a todos los que hagan la misericordia de examinar este somero escrito, que tengan presentes estos y otros textos que, tal vez, conozcan mejor que yo. Tal vez recordemos la frase del Señor Jesús: El que esté libre de pecado, lance piedra contra ella. (Juan 8:7).
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