domingo, 4 de marzo de 2012

NO DIOS, SINO NOSOTROS



Los jueces humanos han de intervenir en algo, que los propios cónyuges tendrían que defender con más rigor. Su fe y su intimidad y sobre todo, su ejemplo y sus hijos. Ponen el asunto en las manos de un juez humano, y no de la iglesia.


Esto es poner un árbitro que arregle las problemas que  equivale a pensar que la norma de Dios no ha «sabido o podido» resolver tal problema, y que la forma de enfoque mundana por parte de los cónyuges, ha de resolver el asunto a la manera del mundo.


Es realmente un desprecio a las reglas provechosas de Dios. No queremos seguir la senda de Dios. Como en el libro de Samuel se dice, así se procede hoy día. No solo por los negativos o indiferentes; a fin de cuentas es lo suyo. Es por los autodenominados cristianos, que se produce esa rebelión contra los mandamientos de Dios.


Israel, a pesar de comprobar a lo largo de los siglos la protección de Dios, en medio de naciones superiores en poder, no quería que Dios se inmiscuyese en sus caminos, y así se dice en la Santa Escritura: Pero el pueblo (de Dios) no quiso oír la voz de Samuel, y dijo: No, sino que habrá rey sobre nosotros; y nosotros seremos también como todas las naciones, y nuestro rey nos gobernará, y saldrá delante de nosotros, y hará nuestras guerras. (2º Samuel 8,19 al 22).


Los actuales republicanos, ignorando la idiosincrasia de nuestro pueblo, quieren implantar una república en donde ellos puedan elegir a quien sea el presidente, que es equivalente al rey como jefe del Estado. Dicen lo mismo que aquellos israelíes: no queremos que este reine “sobre nosotros”. Y así hicieron, con el Cristo de la Verdad y el Amor.


Todas las costumbres de los paganos, fueron buscadas y adoptadas por el pueblo, que desechaba abiertamente a Dios, para sostener e impulsar sus vidas. En esa rebelión, las más necias idolatrías se impusieron durante siglos en Israel. Los nefastos resultados los explica abundantemente la historia.


 Y Jesús cuenta en una parábola refiriéndose a lo mismo, solo que aplicado a su propia persona: Pero sus conciudadanos le aborrecían, y enviaron tras él una embajada, diciendo: No queremos que éste reine sobre nosotros. (Lucas 19,14). Esa es la filosofía actual, con las lógicas excepciones. Simplemente no queremos que Cristo reine en nuestros corazones y en nuestras vidas.


Que Cristo reine en nuestros corazones, significa en el terreno practico que todos lleven consigo mismo la bondad, el amor a los demás, la solidaridad, la paz…  y todos los buenos elementos que pueden hacer felices a las personas en toda clase de raza o situación.


Paz, para vivir confiados uso en otros, y prosperidad, pues al no reinar la codicia como ahora, todos tendríamos nuestra parte en esta tierra don divino de Dios. No más guerras, no más expolios, no más robo y venalidad. En fin, la redención completa de la humanidad.


Volviendo a nuestro asunto, se contrasta frecuentemente a gente que se ha hecho pasar por ferviente cristiano, para conseguir la chica o chico con el que deseaban casarse, y antes del matrimonio han hecho profesión de fe con los labios, para que el novio o novia pensara que hacía un casamiento según la voluntad de Dios. Después… ya saben.

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