viernes, 16 de diciembre de 2011

ADELANTANDO SOBRE LA SEXUALIDAD



Me entristece, y perdóneseme la petulancia, que las iglesias que se titulan cristianas (me es indiferente como se llamen), se muerdan y se devoren entre sí, ante el regocijado escándalo de los incrédulos. No incluyo las que, simplemente solo son sectas perniciosas o manifiestamente heréticas.

En estas conductas ven los incrédulos confirmadas, sus groseras sospechas contra el cristianismo, y más aun contra la persona de Jesús, y por ende, la de Dios Padre. Cada cual es responsable de sus actos. Actos que tienen sus consecuencias en el resto de las gentes, y desde luego en el día del juicio.

Ya que yo no soy un «sábelo-todo-casi», me he limitado brevemente a expresar aquí, mi sensibilidad y opinión sobre la marcha actual del cristianismo. Las opiniones discrepantes de estas afirmaciones, pueden tener también sus razones válidas. Quedan comprendidas y respetadas. Yo estoy con todos en lo bueno, y con ninguno en lo superfluo o malo. Expuesto este largo preámbulo, seguimos adelante.

Tampoco puedo decir con sinceridad que todas me parecen buenas. No es así. Casi se podría decir que todas adolecen del mismo error de confundir evangelización con proselitismo, que aunque parezca lo mismo no lo es, como no es lo mismo venerar que adorar, aunque en los diccionarios se pretenda, por ir con la corriente, y asimilar (ofendiendo a la gramática) las palabras por los significados que les da el vulgo.

Y como no se trata de confundir como ya dije, solo quiero aclarar que muchas de las cosas que usan, y otros defienden como si fueran decisivas para la salvación, ganada con la sangre de Cristo no son de ofensa contra Dios si se hacen genuinamente de otra forma distinta (aquí los pelagianos o los arminianos tienen materia para discutir).

Cristo fue el que nos libró de males y fanatismos en lo que Ratzinger llama “las cosas segundas”, y no con usos y costumbres- buenas sin duda- pero que, insisto, no son las que determinan la vida cristiana, ni la sanidad de las costumbres.

Aquí voy a tratar de las cosas de la sexualidad que marcan la vida acciones, deseos, y consecuciones, porque ella es la motivación principal del proceso humano en el orden de la cultura, el pensamiento y el la evolución mecánica humana. El progreso tiene como principal elemento de dinamismo, la sexualidad de la cual todos somos por lo general tributarios

De ahí la importancia de un tratamiento que sin despreciar las doctrinas emanadas por Jesús, tiendan a templar el rigor de los mandamientos sin violentar la voluntad de Dios en cuanto a su uso y regulación idónea.

La posesión de una mujer por un hombre (antiguamente era así), no era cosa de la consumación del mal violándola o llevándosela, sino que este mal se le había hecho a ella y a su legítimo detentador, fuera padre, hermano, madre, familias, clan, o simplemente se asimilaba a detentar algo que pertenecía a otra persona.

Es por eso, que los mandamientos asimilan a la mujer con el asno, la casa, o cualquier posesión del prójimo. Esto también se puede aplicar sin duda al robo de un niño varón para que las mujeres no se sientan tan vejadas por esta situación.

Tal vez el feminismo extremo tenga mucho que decir y refutar, pero las cosas eran de esta forma, y esta mandamiento la única manera de que la descendencia permaneciera en el clan, reforzando el número de personas que le daba prevalencia y le permitía defenderse… o en otros casos, atacar con la fuerza del número y la unión. De ahí la circuncisión, que dedicaba el miembro viril, generador de la vida, a Dios.

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