martes, 20 de diciembre de 2011

¿DE QUE HABLAMOS? "MATRIMONIO"


Creo que jugarse el porvenir y la integridad de la fe, al albur de que el novio o novia incrédulo se convierta, es por demás peligroso y lleva sanción en sí mismo. Los escasos éxitos, son insólitas excepciones. El que se produzcan, no invalida lo dicho.

Sin embargo usar comprensión para las excepciones, es deber cristiano. Somos débiles, y afortunadamente dependemos de la Gracia de Dios, en el sacrificio de Jesucristo.

El divorcio no es permisible de ninguna manera, y por ningún concepto tópico, ni costumbrista. Socialmente es lo que se llama una “charranada”. Moralmente es una ofensa a Dios, que no quiere que nadie se sienta despojado o despreciado por otro.

El creyente no está obligado, si el consorte se marcha o, por leyes humanas, lo despide o hace imposible la convivencia que no ha sido violada por el inocente.

El creyente despojado y despedido, tiene derecho a recurrir a los tribunales civiles para sustentar sus derechos sobre los hijos, y también sus derechos civiles. Lo haga o no, es cosa personal y de la conciencia individual.

En casos de mala fe, engaño, reservas mentales, abandono, etc. hay que usar de misericordia y comprensión, para si se produce una nueva unión por parte de la víctima. A paz nos llamó Dios. (1ª Corintios 7,15).

Aun sin estar casados con documentos, o mediante los hechos consumados, la convivencia de un hombre y una mujer si llega a su consumación sexual con fines serios, es matrimonio si hay intención de que sea. Y más aun, si no se da el contexto idóneas para realizarlo en público. Los contrayentes son los cónyuges.

Cuando hablo de creyentes me refiero a los que para sus vidas entregadas, tienen como motivación para todo acto y pensamiento la referencia de Jesucristo. Así dice el consejo evangélico del apóstol Pablo: Si, pues, coméis o bebéis, o hacéis otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios. No seáis tropiezo… (1ª Corintios 10,31 y ss). Esa es una regla de oro. No cabe fallo, ni aun en los mismos errores humanos.

Se puede aducir que es muy fácil escribir estas cosas, cuando se es dichoso, se tiene un matrimonio dichoso, y se tiene una economía razonable. Pero muchos pueden decir: Yo tengo una familia imposible de controlar, con diferencias, problemas de toda índole, y hasta parece que cualquier familia mundana está mejor asentada que la mía.

Aun así tengo que decir, para el cristiano, que Dios no es como nosotros desearíamos que fuera. Si Dios actuara en lo que tú mismo puedes hacer ¡vaya idea de Dios! Pero él actúa en lo imposible. En lo imposible de tu familia, de tu esposa o esposo intratable, en tus hijos que ves con alarma como derivan hacia lo que no conviene.

Actúa en lo imposible de la iglesia, con impurezas, llevada por seres humanos, y por tanto con debilidades, fallos y hasta malos ejemplos. Pero si fuera pura, perfecta, sin tacha alguna, esa iglesia sería «nuestra Iglesia”, nuestra obra de hombres. La iglesia tiene que depender como todos individualmente de la misericordia de Dios, y de su perdón inextinguible.

ESTA ES MI OPINIÓN.-  NO ME SIENTO INFALIBLE.

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