jueves, 22 de diciembre de 2011

MATERIAS ESCABROSAS



Estas materias son -para muchos- escabrosas y por ello no  abundo en este resbaladizo tema, pues como dice el apóstol Pablo: fornicación y toda inmundicia, o avaricia, ni aun se nombre entre vosotros, como conviene a santos. (Efesios 5:3). Así pues paso sobre estas cosas y continúo.

No es cuestión de someter a nadie a nuestras propias creencias, como tampoco obligar a nadie de nuestro pensar, a decir que sí a lo que en su fe ha de decir que no. La fe cristiana dice una cosa. Se toma o se deja. No se la puede mixtificar.

La dificultad que padecen los que tienen que ocultar sus inclinaciones o prácticas sexuales, es un calvario en muchos casos que deberíamos reconocer usando de misericordia.

En un cristiano que tenga esas tendencias (no entraré en las causas), solo hay que entender que cada cual tiene su cruz, y esta es la suya. Si alguno padece como cristiano, no se avergüence, sino glorifique a Dios por ello.

Porque es tiempo de que el juicio comience por la casa de Dios; y si primero comienza por nosotros, ¿cuál será el fin de aquellos que no obedecen al evangelio de Dios? Y: Si el justo con dificultad se salva, ¿En dónde aparecerá el impío y el pecador?

De modo que los que padecen según la voluntad de Dios, encomienden sus almas al fiel Creador, y hagan el bien. (1ª Pedro 4:15 y ss).

Las diversas tendencias sexuales se pueden sublimar, como se hace y se ha hecho por tantas santas personas que han renunciado de grado al sexo, que no a su sexualidad. La distinta inclinación personal, no es necesariamente un impedimento para hacer separación del pecado.

Que a los que practican tales cosas, (aclaro que practicar, no es caer incidentalmente), y las palabras de Dios sean para ellos algo a no tener en cuenta (aparentemente), no deja, ni mucho menos sin contenido el mandamiento, y con él las consecuencias de tales modos de enfocar y practicar el sexo, mostrando la obra de la ley escrita en sus corazones, dando testimonio su conciencia, y acusándoles o defendiéndoles sus propios razonamientos, (Romanos 1:21).

La experiencia muestra en muchos casos la sordidez de tales formas de sexo, como también en los convivientes bisexuales. Solo hay un camino, Cristo; y ese lo tenemos bien trazado los cristianos. Lo demás, como dice el poeta, es «dar vueltas al atajo».

Ahora se lleva el asunto más lejos, y no solo se celebran «matrimonios» civiles sino que, además, se insiste machaconamente en querer realizar matrimonios “cristianos” entre homosexuales, travestís, etc. La fe cristiana se opone resueltamente a esto.

¿Es que los que piensan, o son así, son malas personas o ciudadanos de segunda categoría? De ningún modo pienso que sea así. Como no lo es nadie por su pensamiento, su morfología corporal, su raza, o cualquier peculiaridad personal.

Estas personas son como cualquiera, aunque con la tendencia sexual mencionada. Tienen sus convicciones y sus impulsos, que son respetables, aunque en su propio terreno y en su propio ambiente.

También las iglesias tienen su doctrina en el suyo propio, respetable también, y no es cuestión de violar unos conceptos doctrinales y unos claros mandamientos, para instaurar lo que  conviene a otros, por lo demás -para mí- absolutamente respetables como personas y ciudadanos civiles.

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